Cuando comenzamos a cuidarnos más e incorporamos hábitos saludables a nuestra vida: comemos más fruta, más alimentos crudos, menos procesados, dormimos más horas y empezamos a realizar ejercicio, esperamos obtener resultados inmediatos, sentirnos mucho mejor, encontrarnos bien, pero la mayoría de nosotros experimentamos síntomas desagradables: boca pastosa, molestias estomacales, diarrea, nauseas, vómitos, tos, resfriado, orina oscura, mal aliento, tristeza, pérdida de peso, etc...
Estos síntomas nos frustran y nos llevan a creer que nos hemos equivocado, que estamos haciéndolo mal, que estamos comiendo poco, que nos faltan vitaminas, minerales. Todo ello unido a los comentarios de la gente que nos rodea: uy!, te veo mucho más delgada, a ver si vas a coger una anorexia, estas demacrada, cuidate, etc... la verdad es que el proceso es bastante descorazonador y puede llevarnos a abandonarlo y a volver a nuestros hábitos insanos, para volver a sentirnos parte de la "tribu".
En realidad, lo que desconocemos, es que estos síntomas incómodos son la consecuencia de la purificación que está realizando nuestro organismo, cuando le hemos dado la oportunidad y la energía suficiente para poder realizarla; ya que su finalidad es eliminar intensamente toxinas, que hemos ido acumulando durante años, y regenerarse, reemplazando millones de células y tejidos por otros de mayor calidad.
Cuando comenzamos con el proceso de mejora vital, con una alimentación sana, acorde con nuestra fisiología, basada principalmente en frutas y productos que la naturaleza nos ofrece, estamos mejor nutridos, introducimos menos toxinas en nuestro cuerpo y ahorramos mucha energía en el proceso de la digestión, por lo que nuestro nivel energético vital aumenta considerablemente. Es entonces cuando el organismo aprovecha y dirige esa energía al sistema de eliminación y regeneración. Expulsará todo lo que le perjudique o le resulte innecesario y así podrá renovarse. Quizá nos encontremos más cansados o alicaídos, pero sólo es porque la energía se está utilizando en los procesos internos de limpieza.
Cuántas personas, cuando dejan de fumar comienzan a toser durante unas semanas, incluso con síntomas de bronquitis, porque el cuerpo aprovecha para limpiar bronquios y pulmones. Igualmente cuando uno deja de tomar café sufre dolor de cabeza por un par de días. Y cuando un drogodependiente no toma su droga sufre una crisis aguda de desintoxicación que le deja postrado en la cama durante unos días. El cuerpo se limpia, inicia el procesos de purificación en cuanto le damos la oportunidad.
Algunos de los síntomas más comunes al comenzar a cuidarnos son:
- Dolor de cabeza: Los tóxicos acumulados pasan al torrente sanguíneo y causan irritación en nervios y cerebro.
- Fiebre: El cuerpo aumenta la temperatura para quemar más toxinas y acelerar el metabolismo para intensificar la purificación.
- Trastorno estomacal y diarrea: Para eliminar la materia fecal de nuestros intestinos.
- Perdida de peso: Se eliminan toxinas, líquidos acumulado, tejido enfermo fase catabólica). Posteriormente se creará tejido nuevo, sano, de mejor calidad en una fase anabólica y nuestro peso se normalizará.
- Orina oscura
- Aumento de mucosidad,
- Lengua pastosa, molestias estomacales, gases, aumento de sudoración, dolores musculares.
¿Que podemos hacer cuando aparece alguno de estos síntomas? Lo primero es escuchar a nuestro cuerpo. Si te pide descansar, descansa. Ayúdale en esta fase de limpieza, procura no tomar nada que pueda parar el síntoma, no cortes la eliminación. Pasará en breve.
No radicalices tus cambios. Introdúcelos poco a poco para que tu cuerpo no realice crisis agudas de eliminación. Ve paso a paso, sin cambios bruscos y permite hacer a tu cuerpo. Ten paciencia. Y recibe esos síntomas con la conciencia de que te estás limpiando y con la confianza plena de que te espera una vida mejor.
